20 de septiembre de 2011

¿Sabes esa sensación de rabia sin razón que hace que te entren unas ganas increíbles de ponerte a patalear por todo el pasillo?
Me acuerdo de cuando era pequeñita, la cantidad de perrenchas que me habré cogido con tres, con cuatro y con cinco años, creo que son incontables, lo que no pensé tener era una de esas 12 años más tarde.
Definitivamente, y por mucho que digan, siempre se queda una parte de ese niño que fuiste, tanto para bien como para mal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario