Una tila, un suspiro de impaciencia y unos dedos entrecruzados.

Esto va cada día más rápido, y no me gusta, no me gusta llegar al final. Un final que es otro principio. Un principio que veo tan extremadamente lejano que ni siquiera me lo puedo llegar a plantear. Que ahora es cuando se supone que seré una persona madura, responsable y racional, con las cosas claras y perfectamente pensadas. Pero a mi se me descolocaron los esquemas hace ya bastante tiempo.

No sé lo que quiero, ni tampoco lo que tendría que querer. Sé que cuanto más pasa el tiempo, todo sigue igual, sin cambios. La gente hace y rehace; construye y derrumba; camina, cae y se levanta. Yo mientras tanto sigo igual, con mil ideas en la cabeza, algunas más próximas y otras que se alejan poco a poco.

Cómo una cosita tan pequeña te puede sacar una sonrisa tan grande.