19 de octubre de 2010

No suele haber muchas noches como esa. Era de madrugada y el cielo estaba completamente estrellado, se veía perfectamente la osa mayor y la estrella polar tenía tal intensidad que alumbraba todo el cielo sin dificultad.

Estaban en la popa, todas juntas, asomadas hacia el mar, viendo como una de los lugares más llamativos del Mediterráneo se alejaba tras el mar.

Se habían conocido hacía exactamente 4 días, y tampoco sabían si se volverían a ver después de esto, pero eso tampoco era nada que en ese momento preocupara a nadie.

De repente, se miraron todas y corrieron a abrazarse con fuerza, casi haciendo que se entrecortase la respiración. Al separarse, sus miradas fueron directas hacia el cielo y justo en ese momento una estrella fugaz recorrió el cielo de un extremo al otro. Creo que ese fue en el momento en que un mismo pensamiento recorrió sus mentes.

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